Una vez en Sevilla, ibamos con mi hermana, mi primo y yo. Nos paramos y le pedí que no se movieran de allí. Estabamos por la zona del Prado al Barranco. Cuando llegué y no los ví, me volví loca. Me parecía escucharlo por todos lados. Fué horroroso. Pedimos ayuda a la autoridad y nos reencontramos. Llamaba la atención dos niños tan pequeños solos. Crucé unas pocas de veces el puente. Lo pasé falta. Lo recordaré siempre.