Con 10 años, como cada año, fuimos en familia a Madrid, en coche y con autovía solo hasta Zaragoza, eran los 80.

Ahí nos juntábamos muchos, en casa de mis abuelos paternos, 11 tíos, muchos casados y con niños, cuando éramos pocos éramos más de 15 primos jugando por todas partes.

Pero ya la primera noche me puse enfermo y el pediatría le dijo a mis padres que me quería ver, por lo que me tocaba volver a Barcelona. Yo no quería dejar a los primos, pero obviamente nadie me dio la opción de decidir.

Pensé que mis navidades iban a ser aburridas, pero no fue así.

Mi padre y yo volvimos en avión. Quizás no era mi primer viaje en avión, no lo recuerdo, pero si fue el primero que hice en cabina con el piloto. El 25 de diciembre el vuelo iba casi vacío y me dejaron entrar. Fue inolvidable. Además al día siguiente, el pediatra me visitó y resultó ser algo bastante leve, por lo que acabe yendo al Tibidabo con mi padre. Fue inolvidable.

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