Cuando llegaba el verano me iba al pueblo con mis abuelos y pasaba allí más de un mes. Allí vivían también algunos de mis primos, salíamos a la calle a jugar y media tarde el abuelo Julián nos llamaba para tomar la merienda, preparaba lo mismo para todos, sus famosas catas, que consistían en un buen pico de pan al que se retiraba la Liga y cuyo hueco rellenaba con tomate triturado, aceite, un poco de sal y ajo. Riquísimas, a todos nos encantaban, nos volvían locos ☺

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *